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HOMELAND

​​¿Recuerdan el poema de Hölderlin? La experiencia del arraigo se expresa esencialmente, según Heidegger, en la nostalgia por la tierra natal y en el retorno a casa, que en el fondo no es más que el regreso a lo hogareño en la cercanía al ser y al lugar de su habitar. El dolor de la nostalgia no es producido por el desarraigo en que se encuentra el individuo, quien vive alejado del lugar en el que nació, bajo otros có- digos culturales, sociales y políticos, sino en la im- posibilidad de retornar a casa. Al fin y al cabo, eso es la nostalgia, la forma en que experimentamos la lejanía de lo más cercano o la cercanía de lo que se encuentra lejano. Pero esta experiencia de “lo propio”, de añoranza por el Heimat, es impensable sin el paso por “lo otro”, por aquello que uno mismo no es. No es posible pensar en el arraigo a lo propio pasando por alto la experiencia del reconocimiento de otras tierras y otros mundos.  Lo extraño no debe ser entendido exclusivamente bajo parámetros espaciales. Ciertamente una cultura, un país, un lugar que no conocemos nos son extraños y, por esta razón, nos sentimos en ellos fuera del hogar. Esta experiencia del habitar fuera de casa no es fácil de explicar ni de comprender. En ella se entrecruzan experiencias que a primera vista pueden parecer contradictorias, cuando en realidad están profundamente integradas unas con otras. Ciertamente hay distancia, lejanía y ruptura con lo propio; extrañeza que nos rodea y de alguna manera nos determina: nos apropiamos de una lengua distinta de la que realmente no es posible apropiarse; sentimos y actuamos de manera diferente a la del otro, cuyo sentir y actuar muchas veces no comprendemos y algunas veces no aceptamos; pensamos y expresamos nuestras ideas con otro ritmo y textura, con otro “color”, que no concuerda en muchos aspectos con las formas del otro. La confrontación de lo propio con lo ajeno llega hasta el ámbito del cuerpo, ya que incluso mira- mos y caminamos como extraños. 

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Aunque la obra de Miguel Ángel Benjumea (Cádiz, 1982), HOMELAND/HOMELESS, parezca describir la típica situación de desamparo y abandono que experimentan miles de personas al alejarse de su hogar y aventurarse en la búsqueda de una vida mejor, el concepto de esta pieza va más allá. HOMELAND/HOMELESS está compuesta por dos mantas térmicas sobre las que rezan las palabras HOMELAND (patria) y HOMELESS (sin techo), una fotografía que hace referencia a dicha manta y una enorme carta naútica del estrecho de Gibraltar impresa sobre una pesada tela. La cita al peligroso viaje por la ruta marítima mediterránea es clara, uniéndose a ésta dos palabras opuestas que comparten la misma raíz, “HOME” (casa), y que forman parte de la misma problemática.

Situada una frente a la otra, en posición dialéctica,estallan sus múltiples significados. El concepto de “patria” se despliega por completo, superando los meros límites geográficos y hablando de la familia, la lengua, la comunidad y las tradiciones, es decir, el patrimonio individual que propicia el arraigo. Toda esa carga de significados se opone a “Homeless”, que no hace referencia solo al concepto “sin techo”, sino a la falta de herencia y raíces. Dos realidades antitéticas, que sin embargo, se necesitan la una a la otra para significar, pues no es posible experimentar un profundo amor por lo propio sin haberlo añorado alguna vez. Por otra parte, el soporte térmico sobre el que Benjumea sitúa los dos opuestos, un material de emergencia utilizado para evitar situaciones de hipotermia, nos habla de la necesidad de protección y acogida del ser humano. 

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Regina Perez Castillo

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